Los días se igualan a las noches. La luz del sol ha perdido fuerza. Y en pocos días empezaremos a ver cambiar el color de nuestros bosques. Ya estamos en otoño. Ni el más imaginativo y aduaz pintor impresionista sería capaz de utilizar tal despliegue cromático. Amarillos, ocres, naranjas, sienas, verdes que se apagan…Las hojas empiezan a caer con parsimonia y el rumor del viento en las copas parece invitarnos a que nos adentremos, en una deliciosa caminata, en el corazón del bosque.Es, sin duda, la época más romántica y más cargada de ensoñaciones. Una estación ideal para perdernos en cualquiera de nuestras innumerables arboledas. Desde los encantadores bosques asturianos a la sierra de Aracena en Huelva; desde Irati en Navarra hasta el hayedo de Tejera Negra en Guadalajara; desde la montaña palentina al valle de Lecrín en la Alpujarra granadina… Toda nuestra península empieza ya a aparecer en estos días mágicamente tocada por la dulce melancolía del otoño.